Aunque me dedico al campo de las letras, siempre me atrajo la ciencia e hice mis pinitos en el mundo de las cifras. Hoy me resulta extraño y lejano, pero estuve a punto de estudiar Físicas porque, desde que me enteré de lo de la manzana de Newton o el eureka de Arquímedes, mi ingenuidad infantil me imaginaba en el futuro desentrañando algún misterio o haciendo un gran descubrimiento que me permitiera poner de moda alguna sorpresiva expresión. Eso sí, yo habría gritado algo del tipo «¡Arrea!» o «¡Atiza!» (esto se lo dedico a mi amiga Louisa que escribe un blog muy interesante y quien me ha iluminado en más de una ocasión con el inglés, podéis leerla aquí). Cierto es que mi pasión por la gramática y los idiomas también se gestaron en mi niñez, pero como se me atragantaban asignaturas como la Historia, mi vida estudiantil fue un sinuoso ir y venir entre las ciencias y las letras, dando giros de 180 grados en un par de ocasiones. Así, de tener relativamente claro que elegiría Letras, en BUP -algo que a nuestros jovenzuelos les sonará a ancestral- elegí Ciencias Puras. Tras suavizarlas un poco en mi intento por convertirme en economista, di un nuevo giro para estudiar Traducción e Interpretación. Y dado que en mis años de estudiante de Traducción, la traducción técnica y científica solía darme buenas calificaciones, muy brevemente saboreé ese campo como profesional, mas enseguida lo abandoné, consciente de mis carencias formativas. Lo que me gusta de la medicina (aparte de la curación) es la frecuencia con la que genera esas palabrejas que de repente te sueltan los médicos y te dejan con cara de póquer. No me neguéis que no os parecía un trabalenguas pronunciar ese músculo del cuello tan popular en clase de Anatomía: esternocleidomastoideo.
Pues con él se relaciona la palabreja que os saco hoy a colación: opistótonos y en inglés opisthotonos, que como bien habréis imaginado, procede del griego. Con esta palabra se define la postura en la que el cuerpo queda arqueado en forma de C, quedando apoyados la cabeza y los talones. Puede producirse como consecuencia de enfermedades que presentan episodios espasmódicos, de una infección como el tétanos, de un envenenamiento producido, por ejemplo, por litio o estrectinina o presentarse en los bebés con meningitis, por citar algunas causas.
La imagen que os dejo está sacada de la edición digital de la revista Muy interesante.
EJEMPLITO AL CANTO (Masters of sex):
Contexto: tras visionar unas cintas donde se recogen ciertos experimentos, aquí tenemos una pequeña conversación entre el médico y su ayudante describiendo una reacción espasmódica del cuerpo ante ciertos estímulos.
Sternocleidomastoid contraction.
I’ve had one of those?
It’s a neck spasm.
Opisthotonos.
Contracción del esternocleidomastoideo.
¿He sufrido una de ellas?
Es un espasmo del cuello.
Opistótonos.
A veces cuando leo las noticias desde la cama casi me pongo en opístotonos de la rabia o impotencia, pero hoy he preferido aislarme del mundo y espero que hayáis comenzado el año cargados de ilusiones y nuevos proyectos… Hablando de proyectos, pronto os anunciaré uno relacionado con los idiomas.
M.B.J.
¡¡¡Hola Marta!!! ¡Gracias por la dedicatoria! Me encantan las expresiones que usas. No conocía este uso de «atiza» ni de «arrea». Tampoco conocía esto de «opistótonos», ni siquiera en inglés. Me encanta aprender de ti. Siempre alucino con la suerte que tenemos, de trabajar con algo que nos encanta y seguir aprendiendo siempre. Un besote y que 2014 sea un muy buen año para ti. 🙂
🙂 Desde luego…. es un privilegio poder aprender cada día con nuestro trabajo y disfrutarlo y no solo de nuestro idioma de trabajo, sino del nuestro propio (yo tampoco había oído en mi vida lo del opistótonos). También me alegro mucho de haber encontrado otra persona tan afín de quien poder aprender y establecer un tándem tan provechoso, jijiji. ¡En 2014 rompemos, ya verás! Un kiss.