Vuelvo a la carga de nuevo con una palabra picarona, que ya sé lo mucho que os gusta aprender (o recordar) este vocabulario tan útil en vaya usted a saber qué ocasión.
Hace poco, una de mis queridas y entrañables compañeras de batallas lingüísticas me comentó -cuando me echaba un cable disipando alguna duda que me traía loca en un musical que estoy traduciendo- que cómo controlaba el lenguaje «palabrotero». ¿Por qué será…? Pues hoy, en vez de una palabrota, hablaremos de… que nadie se me escandalice, de las partes pudendas femeninas referidas mediante una palabra cuya sonoridad en español nos recuerda al cuchi-cuchi que les decimos a los peques (de hecho, en inglés también usan el coochie-coochie-coo) con el mismo propósito.
Ya desde la niñez era yo retorcidilla y fabulaba con las conversaciones más inocentes, extrayendo conclusiones las más de las veces erróneas. Y os voy a contar brevemente un episodio de lo más íntimamente infantil que protagonicé con unos siete años. Los mayores hablan en clave muchas veces en presencia de los críos y aunque los niños no suelen tener ni un pelo de tontos, al final, su ingenuidad asoma por algún lado. Corrían tiempos en los que los pequeños comercios se repartían por todos los barrios y hacías tus compras de tienda en tienda y no en grandes superficies o bazares repletos de las cosas más dispares. Dábase el caso de que la dueña de la mercería donde nuestra mamá nos compraba las camisetas y mudas (vale… y las fajas ¿o es que a vosotros no os ponían esas horrendas fajas para que no se os enfriaran los riñones?) se llamaba Elena. Estaba yo en la edad en la que el «caca, culo, pedo, pis» desata risas incontenibles cuando mi antena sintonizó una conversación entre mis padres. «Tengo que ir a comprarle unas bragas a la Elena», le comunicó mi madre con total naturalidad a mi padre. Y yo, sin pensármelo dos veces, tras un raudo razonamiento lógico, toda ufana me dirigí hacia mi madre para confesarle: «Mamá, ya sé lo que es la Elena.» «¿Qué dices, hija?». «Pues que te he entendido, Elena es eso…», le dije con una risita mientras me señalaba allá por donde sale el pipí… La carcajada de mis padres fue apoteósica y ahí fue cuando descubrí que aún me quedaba mucho por aprender para ser detective.
Esta palabra, coochie, es argot para referirse a la vagina, podríamos equipararlo con chichi, o chumino, en castellano. Pero aquí hay que matizar que coochie tiene esta acepción en el inglés de Estados Unidos. En inglés británico usan fanny, que curiosamente en Estados Unidos lo que significa es culete.
EJEMPLITO AL CANTO (Masters of Sex):
Contexto: En uno de los primeros episodios, Jane le habla a Virginia del doctor William Masters, que es todo un referente en ginecología.
Dr. William Masters, he’s the alpha dog of coochie medicine.
El Dr. William Masters, es el macho alfa de la medicina del chichi.
Imagino que cada vez que ahora oigáis «cuchi-cuchi», posiblemente os riáis por dentro.
MBJ
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