Con frecuencia, al encontrarnos con un término en inglés –como es el caso de garrulous–procedente del latín (garrŭlus), su traducción más inmediata al castellano (gárrulo, en este caso) no suele ser el vocablo más común en nuestra lengua. Así, en nuestro idioma, gárrulo puede aplicarse a una persona (muy habladora o charlatana), a un ave (que canta, gorjea o chirría mucho) o a una cosa (que hace ruido continuado, como el viento, un arroyo…), pero se trata de un registro más culto y menos habitual.

En inglés, se utiliza para referirse a personas muy habladoras (talkative), pero con una connotación negativa porque resultan tediosas y hablan más de la cuenta (se van de la lengua) o sobre cosas intrascendentes e insustanciales. Podríamos traducirlo, según el contexto, por charlatán, parlanchín, vocinglero o cómo no, gárrulo, que nada tiene que ver con garrulo (rústico o zafio).

Esta palabra la he sacado del documental Harmontown, de 2014, que me tocó traducir hace unos años, y que gira en torno a la figura de Dan Harmon, guionista y animador estadounidense, al que en el mencionado documental se le define, entre otros muchos calificativos, como garrulous.

No empiezo el año con la verborrea escrita a que antaño acostumbraba, así que me despido ya hasta la próxima entrada.

MBJ

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